El liderazgo comunitario es una práctica y una teoría del ejercicio del poder y gobierno de las comunidades indígenas marcadas por una fuerte ancestralidad, que no es otra que el régimen colectivista que primó en los andes y que tuvo su máxima expresión en la edificación de un Estado y una sociedad colectivista, gobernada por una elite de dirigentes “inkas”; y en este aspecto, el término inka, no tanto es el nombre de un grupo étnico en particular, sino la denominación de un modelo de conducta, hábito y disposición para el ejercicio del buen gobierno[1], a los cuál se elegía periódicamente, y que estaba compuesto por un Consejo de 16 miembros en el cual a más de representar una dualidad de poderes compartidos (8 hombres y 8 mujeres), representaba igualmente a las panakas y los suyus. Consejo en el cuál el Sapa Inka tenía la máxima autoridad.
Entonces aquí vemos una primera o la más fundamental característica del modelo del liderazgo comunitario, esto es su absoluta dedicación al cuidado y crecimiento del bienestar colectivo, no en balde el término de “wakchakuyah” aplicado al Sapa Inka, da cuenta desde un inicio la voluntad y el carácter esencial del liderazgo y gobierno comunitario en los andes, de representar y prevaler a los más desvalidos.
De esta manera los máximos líderes y gobernantes del Tawantinsuyu, eran formados desde niños como “inkas” es decir con las mejores disposiciones físicas, emocionales, mentales y morales, por último debían someterse a durísimas pruebas para luego por último ser elegidos por un cuerpo de electores destacados igualmente por su liderazgo, su hombría de bien, su conducta impecable, su moral, sus costumbres y sus linajes. Es decir el colectivismo transformado en su sistema de gobierno democrático.
Igualmente vemos que la estructura de gobierno y de poder que enmarca el liderazgo comunitario es en primer lugar la tetrarquía (el gobierno de cuatro) que en mucho está definido por la necesidad de la representación y control del espacio territorial, es decir los suyus, que a la vez están signados por los puntos cardinales: norte, sur, este y oeste. Y, en este sentido al haber mayor territorio compuesto al norte y sur (chincaysuyu y qollasuyu) la representación de los suyus se vuelve equitativa en relación al este y oeste, (antisuyu y kuntisuyu) con menor territorialidad.
Este modelo dual de poder compartido, entre hombres y mujeres, cuanto en el aspecto territorial entre hanan y hurin, es la más fiel expresión de una democracia colectivista y de un gobierno a la vez democrático y centralista.
Y entonces aquí otra característica sobresaliente del liderazgo comunitario, es decir el poder compartido y dual en base al género, el Inka cogobernaba con la Qoya, e incluso en una primera fase (Mama Wako) la Qoya gobernaba más que el Inka[2]. Así mismo en todos las demás formas e instituciones de gobierno del Tawantinsuyu igualmente estaban “dualizadas y compartidas en la parejas de esposos”. De ahí se entiende que de antiguo la tradición de los matrimonios, más que el interés de las personas conllevaba el hacer alianzas matrimoniales en el interés de preservar, mejorar y posicionarse de los ayllus, las panakas, las llahtas y las markas.[3]
Igualmente la otra característica propia del buen gobierno tawantinsuyano y por ende del liderazgo comunitario fue la dualidad “jerárquica” del poder compartido y a la vez complementario, es decir la institución del hanan y del hurin, en la cual muchos han querido ver “jerarquía o espacialidad” no es sino la manifestación de un modelo de buen gobierno que busca la emulación (no competencia) tanto de los líderes, cuanto de las comunidades y formas de gobierno, manifestaciones culturales, incluso los mismos tinkus, como parte de una estrategia de preparación y ejercicio de la guerra. En todas estas actividades los ayllus de “arriba” y los de “abajo”, entraban a una sana competencia (emulación) para conseguir mayores logros y esfuerzos colectivos en beneficio del todos; y, de ahí la elección de los/las kollanas, es decir los mejores, como reconocimiento al esfuerzo y servicios realizados a la colectividad.
Si bien este tipo y carácter de gobierno tuvo su origen y su modelo tomado directamente en la estructura de las comunas indígenas keshwa-aymaras, en el decurrir del tiempo y el avance civilizatorio, necesariamente debió constituirse en un ejercicio del gobierno y del poder a la vez centralizado y descentralizado en un vasto territorio, en el objetivo de potencializar y dinamizar las fuerzas productivas, en este caso de una economía fundamentalmente agraria, para lo cual el Estado Inka, ejerció la soberanía sobre la propiedad de la tierra y estableció la administración centralizada de la fuerza de trabajo y la producción, para dar origen a una de las mayores obras civilizatorias que ha conocido la humanidad antigua: el Tawantinsuyu, y esto no sólo por su riqueza, buen gobierno, arte, ciencia y cultura, sino por su modelo societal que se lo entretejió a partir de la institución mitmae como la fusión armónica, rica y diversa de todos los ayllus, panakas y llahtas, dispersas por todas las markas y suyus del Tawantinsuyu.
Entonces otra característica del liderazgo comunitario, es la centralización y descentralización tanto del poder cuanto del gobierno y la integración de sociedades diversas pero armónicamente unidas y complementarias.
De ahí que el Inka gobernaba con el Tokay Apu que no era más que el Hurin Inka, e igualmente había un Consejo que representaba y direccionaba a los cuatro Suyus, había instancias de gobierno para cada una de las markas, llahtas, panakas y ayllus. Y, para todos ellos habían sinnúmero de funcionarios y administradores del buen gobierno, los kamayuqs.
Pero el poder, así como el Estado era uno sólo, armónico e integral como lo da a entender la denominación de Tawantinsuyu (tawa: cuatro, ntin: integro, unido; suyu: regiones cardinales) y el ejercicio de este poder y gobierno era de carácter centralista y a la vez descentralizado, porque el Consejo del Tawantinsuyu deliberaba sus políticas en base el aporte de todos, analizaba en base a las excelentes cuentas que todo tenían que rendir en especial los kamayoqs y de cuya cuenta llevaban los kipukamayoqs, verdaderas bibliotecas humanas y; en base a ello, el Consejo establecía las políticas centrales que eran acatadas rigurosamente por todas las instancias del gobierno y del poder en todos los cuatro suyus. Estas políticas eran consagradas como kamachikuhs – mandatos, leyes, ordenanzas para el buen gobierno y la guía para el ejercicio de este, por parte de los funcionarios del régimen y del gobierno inka.
Aquí otra característica del liderazgo comunitario, éste está en función, no de individuos, personas o grupos particulares, sino del máximo interés colectivo, y; tiene un mandato, ley u ordenanza, en base al cual ejerce su liderazgo, es decir administra y gobierna en base a un mandato colectivo.
El incumplimiento de este principio es el origen del fin del Tawantinsuyu, pues el Consejo del Tawantinsuyu en el gobierno del Sapa Inka Wayna Kapak, había dictaminado el iniciar una macro partición del Tawantinsuyu, asignando pleno poder y responsabilidad a Atau Allpa de los confines nor – occidentales de este, dándole el poder de Hurin Inka y estableciendo un nuevo asiento de poder en Kito, y otros en Tomebamba, Wanuko, etc. Mientras Waskar Inka era reconocido como Hanan Inka. El desconocimiento de este principio de dualidad del poder, de integralidad del mismo, aunado a la invasión hispana, y el inicio del Pachakutik descendente; hizo que colapsará una obra civilizatoria que había tomado milenios.
En estas situaciones al haberse quebrado el liderazgo comunitario desde dentro, se pierde la cadena de mando, y los ayllus y llahtas devienen en fácil presa de las levas de guerra de los conquistadores obligando a servir no sólo en la logística y aprovisionamiento de las tropas invasoras, sino lo que es peor obligando a ser parte de estas en la masacre de otros pueblos y comunidades indígenas.
Parangonando a la situación actual, diremos que el proceso de construir un liderazgo comunitario, tiene una base histórica concreta y es parte de una realidad circunstancial presente en las comunidades y pueblos de los andes, quienes a pesar de haber sido profundamente y expresamente des-estructurados en su base material-económica así como política, se han mantenido estrechamente unidos alrededor del ayllu, y es que la estructura de poder y gobierno, así como de economía y cultura de las actuales comunidades, siguen teniendo como referencia los antiguos ayllus, es decir los grupos colectivos de runas que unidos inicialmente por lazos consanguíneos supieron desarrollar en el transcurso del tiempo estructuras sociales y políticas así como económicas y culturales, que les permitieron subsistir a pesar del etnocidio, el genocidio, el ecocidio que se produjo con la invasión española.
Pero la inmensa y ramificada estructura de poder y de gobierno de las panakas, llahtas, de las markas, de los suyus y del mismo Tawantinsuyu se vieron gravemente distorsionadas, cuando su centros políticos mayores hubieron colapsado y su base material económica habíase debilitado enormemente.
De ahí podemos colegir, que es la base económica de recursos materiales y humanos, cuanto de técnicas y teconologías, es la base sobre la cual se alza el buen gobierno comunitario en los andes, y por ende el liderazgo comunitario en mucho está orientado a conservar, ampliar y desarrollar esta base económica productiva y material de los ayllus, las llahtas y las markas.
En esta estructura de buen gobierno y liderazgo comunitario, la institución de las panakas constituye otro eslabón central, estas no eran más que linajes - layas que poco a poco se iban estructurando en el ejercicio del mando y del gobierno de los ayllus, cuanto de las llahtas y de las markas. Es decir el Kuraka, el Apu, el Wamani, el mismo Sapa Inka, que habían sido electos para el ejercicio de gobierno de estas instancias de poder, luego de recogidos, eran motivo de culto, es decir muchos de ellos se transformaban en mallquis, “árboles genesíaco” y se los mantenía momificados. Sus familiares y descendientes que se mantenían en el culto pasaban a ser parte de la panaka y por ende a ser parte del gobierno y del liderazgo comunitario.
Estas estructuras al momento de la invasión y la colonia, en mucho devinieron como “cofradías” es decir como instituciones de tipo religioso cristianas en las cuáles el culto al mallqui se había encubierto en el culto a determinado santo, virgen o cristo.
Aquí otro elemento que puede ser caracterizado como parte de la forma de ser del liderazgo comunitario, esto es el reconocimiento a la fuerza que proyectan los grandes líderes, incluso después de muertos; y, la veneración y conservación de la memoria y de su compromiso, especialmente por parte de su familia, y el respeto a éste linaje por parte de los comunarios.
[1] Inka Garcilazo de la Vega: Comentarios Reales
[2] Waman Poma de Ayala: Nueva Corónica y Buen Gobierno.
[3] Esta sana política dirigencial ha intentado ser retomada en la actualidad por el Consejo de Ayllus y Markas del Qollasuyu. Pero igualmente en las resoluciones de sinnúmero de Congresos se ha exigido una mayor participación de las esposas en la gestión política y social de los dirigentes.
texto recopilado por Lautaro Villavicencio
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