domingo, 3 de julio de 2011

La verdad no escrita sobre el Banco Mundial

El Banco Mundial es un organismo creado después de la segunda guerra mundial con el propósito de ayudar a los países europeos a reconstruirse. Después de terminado eso, se dedicaron a prestar dinero a los países pobres. ¿Muy altruista de su parte? Nada más lejos de la realidad.

En Sudáfrica se prohibió la manufactura local de medicinas contra el SIDA, obligando a los pobres a comprar medicina cara importada de Estados Unidos. En Bolivia se vendió el agua nacional a una empresa estadounidense. En Ecuador se privatizó el gas, subiéndolo de precio en un 60%. En Tanzania se impuso un grande impuesto a las medicinas. Hay docenas de ejemplos más. ¿Cómo pueden hacer esto? Es fácil. Primero endeudan a un país, y ya teniendo el control, hacen las reformas necesarias para introducir más exitosamente a las empresas internacionales, en detrimento de las empresas locales.

Es un capitalismo corporativo el sistema económico que esta organización exporta. Es ayudar financieramente a la construcción de infraestructuras que facilitarán la inversión de las economías predadoras como la estadounidense o la inglesa, y meter en deuda al pueblo. Las corporaciones internacionales se facilitan la entrada a los países pobres gracias a los préstamos que el Banco Mundial hace, y el pueblo tiene que pagar la deuda. Literalmente, se enriquecen a costillas de los pobres.

En palabras de Ron Paul, ex candidato a la presidencia de EUA “Es una transferencia de dinero del tercer mundo, al primero.”

El Banco Mundial, ya teniendo a su país presa en deuda, lo obliga a crear las estructuras necesarias para evitar su desarrollo propio: los hacen pagar más intereses, los hacen dar menos dinero a los sectores de educación y de salud, y despejan el terreno para el aterrizaje del capital extranjero. Roban la soberanía nacional, impidiendo que un país pueda decidir por sí mismo qué hacer con sus recursos.

Hay cientos de ejemplos, México siendo uno. Nosotros tenemos una deuda externa importante. Que no se nos haga raro que ahora estamos llenos de tiendas Wal-Mart; que ya casi no tenemos bancos nacionales; que la ropa de Levi’s se fabrique aquí y se etiquete en Texas; y que nuestros dirigentes luchan apasionadamente por privatizar, aparte del gas, el petróleo.

Los países africanos no tienen porqué estar recibiendo caridad de ningún banco, ellos tienen todos los recursos necesarios para ser ricos: petróleo, oro, diamantes, bosques. Pero se han creado las estructuras institucionales y legales necesarias para no dejarlos prosperar. Sus monedas están devaluadas, haciendo que las materias primas de esos países sean baratas para las naciones poderosas; sus productores no pueden recibir mucha ayuda estatal, poniéndolos en desventaja contra, por ejemplo, Estados Unidos, donde el gobierno sí apoya hasta con 2/3 del gasto total a sus agricultores; y sus fronteras están abiertas al libre mercado occidental, donde se produce todo en masa. Simplemente, países que deberían ser ricos, no pueden prosperar.

Hoy pensamos que los países alcanzaron su independencia y que las colonias ya no existen. Pues pensemos otra vez. Una colonia es un país que paga tributo y es administrado por otro país dominante. América Latina, África, y partes de Asia, por medio del Banco Mundial, pagan tributo a los países dominantes, y por medio del Banco Mundial, los países dominantes pueden escoger las políticas que más les convengan dentro de los países pobres.

Mientras el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional sigan interviniendo en las naciones, la independencia y la soberanía nacional seguirán siendo obras de ficción.


Por  Glen Villarreal.

No hay comentarios: